La mayoría de las personas no reconoce que el sol es tan perjudicial durante los meses de invierno como durante los meses de verano
Los rayos UV A y B suelen ser los que más inadvertidamente recibe el ojo en la vida cotidiana
Todos los inviernos se multiplica el número de personas que sufre lesiones en la vista por no protegerla adecuadamente de los rayos ultravioletas. Generalmente se asocia la exposición a los rayos ultravioleta con temperaturas cálidas, sin embargo, tiene que ver con la intensidad del sol y no con el calor.
Según el oftalmólogo Fernando Guiñazú Lemos, “las radiaciones ultravioletas de la emisión de luz solar son de tres tipos: rayos A, B y C (UVA, UVB y UVC) y sus daños a nivel ocular se registran en diferentes estructuras del aparato de la visión”.
Los UVC son absorbidos principalmente por la atmósfera, pero provocan de todas maneras severas inflamaciones agudas en la córnea (queratitis). Los rayos UV A y B suelen ser los que más inadvertidamente recibe el ojo en la vida cotidiana, tanto en invierno como en verano. Los mismos son causa de cataratas, conjuntivitis, queratitis, enfermedades retinales (maculopatías), o pterigión entre otras lesiones”.
Los rayos UV son invisibles y, por lo tanto, representan una amenaza para nuestra salud ocular. La exposición a dichos rayos es, generalmente, más profunda a plena luz del sol. Mientras realizamos deportes de nieve, la luz ultravioleta resulta especialmente más fuerte para el ojo debido a que esta radiación es mayor por causa del reflejo que produce en dicha superficie, de modo que se recibe casi el doble de emisión que bajo otras condiciones.
En este sentido, las lentes son fundamentales para la práctica del esquí y otras modalidades deportivas de invierno. Es de vital importancia que los cristales sean de buena calidad y que absorban la radiación solar protegiendo los ojos de los rayos ultravioleta que pueden ocasionar daños irreparables para la vista.
El nivel de radiación ultravioleta e infrarroja es más alto en la montaña. “Debe recordarse que durante los meses de invierno el sol llega a los ojos de forma más directa, ya que está más inclinado en el horizonte en las horas del día y, además, produce el llamado efecto “espejo”. Los rayos UV se reflejan un 10% en la arena, 25% en el agua y 85% en la nieve. Y si a eso se agrega que la radiación aumenta un 10% cada mil metros de altura/sobre el nivel del mar, es fácil deducir cuánto más debe protegerse el ojo en circunstancias invernales”, aclara el doctor Guiñazú Lemos.
Por esta razón es necesaria una protección adecuada para evitar daños, sobre todo en el caso de los niños, que tienen un sistema ocular más sensible, y son más propensos a sufrir este tipo de lesiones.
Fuente: Pro Salud News